Cerca de 1 000 años pasaron entre el colapso final del Imperio Romano en el siglo v d.C. y el comienzo del Renacimiento. Durante varios siglos, olas sucesivas de tribus bárbaras —los Ostrogodos, Visigodos y Vándalos— estuvieron en Europa destrozando todo a su paso, ocupando varias secciones del disminuido imperio y dejando muerte, destrucción y devastación tras sü paso. La ley romana no pudo sostenerse por más tiem-po, y el sistema universal monetario romano fue remplazado por un burdo trueque. No es posible dar una fecha para la "caída" del Imperio Romano, pero hacia el año 476 d.C, el gobierno había caído ante Odoacer, el "rey" alemán que destronó al último emperador romano, Augusto. Sic transit gloria mundi (Así pase la gloria del mundo).Los primeros años de la Edad Media, desde el inicio del siglo IX hasta cerca del año 1000 d.C, con frecuencia se han considerado como la edad oscura de la civilización occi-dental. Esa visión ha sido rebatida por Kemp (1990), quien puso especial atención a la psicología medieval. Kemp asegura que, en efecto, existía tal psicología, que la iglesia me-dieval no se opuso al avance del aprendizaje y con ello, al desarrollo de la ciencia. Kemp también describió el método medieval de investigación, el cual respetaba a los pensado-res de la antigüedad, pero no aceptaba sus propuestas en forma incondicional. De hecho, hubo contribuciones escolásticas, técnicas y científicas, durante, e inmediatamente des-pués de esta era. En el siglo VII se utilizaron por primera vez los estribos para apoyar el pie del jinete; éstos permitían al jinete montar y maniobrar un caballo con más facilidad y esgrimir un arma con una fuerza mayor. El siglo ix fue testigo de la publicación de una importante biografía del emperador Carlomagno. En 1180 se inventó el molino de vien-to, una invención tan exitosa que durante diez años el Vaticano recaudó un impuesto papal sobre todas las instalaciones de nuevos molinos de viento.Las cuestiones psicológicas fueron con frecuencia de la incumbencia de la religión. San Agustín, el obispo de Hipona, vivió en el siglo IV. Para él, Dios era la verdad última, y conocer a Dios era la última meta de la mente humana. ¿Pero qué con la gente? ¿Cómo vamos a entender las acciones y la conducta humana? San Agustín recomendó retornar a lo interior, a las moradas interiores de cada persona. En su libro Confesiones Agustín reveló sus propias emociones, pensamiento, motivos y memorias. Por momentos, sus revelaciones son sobrecogedoras, como cuando describe de manera candida sus pasiones las tentaciones de una amante. Por este trabajo de revelación pública, se le ha lla-mado algunas veces "el primer psicólogo moderno" (Misiak y Sexton, 1966, p. 8). La etiqueta parece prematura, pero las Confesiones de Agustín son todavía de gran interés por su análisis y su descripción de la psique de un hombre. Así como otros, en el siglo VII el profeta Mohammed estableció de manera firme la civilización islámica, y los eruditos y los intelectuales musulmanes rescataron muchos de los trabajos de la antigüedad. En el siglo xm, Santo Tomás de Aquino reinterpretó a Aristóteles y estableció de forma firme el escolasticismo, la disciplina que readmitía la razón humana como un comple-mento a la fe religiosa en la búsqueda de la verdad.Los años finales del siglo XII y el siglo XIII fueron testigos del establecimiento de 14 universidades, las primeras fueron las de Bologna y de París. Los eruditos ingleses viaja-ban a París para escuchar conferencias, pero a fines del siglo XII el rey Enrique II prohibió esos viajes. Así, los eruditos comenzaron a reunirse en Oxford. El número de ellos creció y comenzó a darse una serie de enfrentamientos entre los estudiantes y los habitantes del pueblo, lo que condujo a la fundación de la primera Universidad de Oxford, Merton, en 1264. La primera Universidad de Cambridge, St. Peter, fue fundada en 1284. Se su-ponía que los estudiantes de esas universidades, que eran hombres en su totalidad, de-bían vivir una vida escolástica bajo la supervisión de un monje que fungía como maestro. Mucho del ritual y de la suntuosidad asociada con la vida universitaria moderna, inclu-yendo los birretes y las togas académicas que se usan cuando se obtiene un grado, datan de esas primeras universidades. Finalmente, esas instituciones llegaron a ser vitales para el desarrollo de la ciencia, pero el siglo que siguió fue una época de terrible confusión y conflicto. Barbara Tuchman (1979) describió el "calamitoso siglo xiv" como el tiempo de la guerra civil en Inglaterra y Francia; de manera cercana, la guerra incesante entre Fran-cia, Inglaterra e Italia; papas y reyes locos; caballeros sin ley; impuestos debilitantes, y por último, los horrores de la muerte negra (1348-1350), la plaga que mató tal vez a una tercera parte de la población de Europa. Este terrible siglo fue seguido por un renaci-miento de la ciencia, el aprendizaje, el arte, y la literatura durante los siglos XV y XVI —el Renacimiento—. Es en el mundo del Renacimiento en donde encontramos los primeros antecedentes formales filosóficos y científicos de la psicología.
El Renacimiento comenzó en Florencia, una bella ciudad amurallada de 70 000 personas situada a las orillas del Amo en el norte de Italia. Tal vez el logro más espectacular del Renacimiento italiano fue el trabajo de artistas como Fra Angélico, Andrea Mantegna, Miguel Ángel Buonarotti y Leonardo da Vinci. Este último fue el hombre esencial del Renacimiento: un artista y escultor brillante, inventor y hábil anatomista que realizó el primer modelo de los ventrículos cerebrales y un ilustrador médico cuyos dibujos anató- micos fueron los primeros en proporcionar al observador más de una perspectiva del sujeto representado. El dibujo anatómico más célebre de Leonardo, un embrión humano en el útero, fue tan ilustrativo que apareció en los textos de anatomía durante cientos de años. El logro técnico más grande del Renacimiento fue la invención de la imprenta. Los primeros manuscritos impresos habían aparecido en China tan temprano como en el siglo VIII d.C. Sin embargo, esos libros estab...
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